UN MORDISCO, NENA
Pero un mordisco, nena, un mordisco
suave con tus dientes entreabiertos
me haría sentir en un momento
como Dios en los infiernos...
Jesús, reviento
como balas en la carne perforada
cuando miro tu boca
y pienso en eso, solo en eso...
un instante que se haga eterno
en tu mandíbula apretada
con el flujo de mi vida muerta
barnizando lentamente la piel
que escondes en la montaña
perdida del invierno.
Abre tu alma, que encuentre la fe
y arrecie en tu pecho mi vida cansada
Abre tus piernas, que encuentre el placer
y queme en tu coño mi mente arrasada.
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